Thursday, February 21, 2008

El eclipse de ayer...

...y la luna de hoy...

Tengo las deshoras de un resorte del colchón que asoma. El color amarillo de la sección de clasificados encima del retrete. Cinco minutos de agua caliente. El pudor de una playera cortina. En el desagüe la -estúpida- petición quiero un hijo tuyo lo haré crecer yo sola. Tengo la renta de la habitación. Y en el cajón la renta de todo lo que he hecho y todo lo que ha salido mal. Mugre favorita en jeans favoritos güeist thertitú. El olor de un desodorante vacío. La imaginación que cuelga de un clavo del que no cuelga nada. Palabras enterradas en papel. Su nariz colgada en el closet sin puertas. Una almohada con ácaros de miedo cuando desde lejos ella escribe con miedo. Un acento valiente. Mi voz que no alcanza. Basuritas suelo, lagañas ojos. Una camel a la mitad que ya no fumo. Un despertador al que retraso las manecillas para dormir más y aunque supiera que fuera el día de mi muerte, como dice J. A. Molina. Crowds de Bauhaus. Tengo el Pedro Páramo gabacho que es la novela de No es País para Viejos del buen Cormac. Un hilito en el meñique teléfono a su índice. Un jeep fantasma. Una memoria que usa bastón y que lo ve todo en blanco y negro y en grano reventado.
Y tengo una ventanita que tiene el vaho que tiene 30 años y que tiene escrito cumpleaños.

Tuesday, February 12, 2008

Tick tack tick tack... tick tick... tick... tack... tick tack...

Cómo está la vida? Cómo está mi peña querida repartida en el planeta? No es por no tenerlos en las pupilas de mi memoria que no escribo, es porque en esta ciudad encontrar algún hilito de red inalámbrica gratuita es difícil. Y cuando lo tengo es porque me encuentro en el trabajo, pero ya ahí la responsabilidad es lo que me consume como bachita de alitas con papel arroz.

Aunque ya me conocen. Saben que no escribir y desaparecer es señal de que todo va bien y no hay de qué preocuparse. Y que ya cuando mando unas líneas-grito es porque los extraño demasiado y entonces urge hacerlo para que lo sepan.

Todo funciona todo avanza. Apenas llegar he tenido mil citas para hablar con y conocer gente… Paréntesis… estoy ahora (en una cafetería de aire viejo llamada Madrid) emparejado a una taza de café madrileño; atrás un anciano toca el piano y debrayo: los dos golpeamos teclas y… si en realidad el que toca la música para los clientes soy yo y es él quien escribe esto?… quizá es real porque su música está llena de añoranzas, aunque no sé si estas letras se llenen de música…

Bueno, la ciudad vive un ritmo pausado de fútbol de domingo, pongamos un partido entre Puebla y Morelia aunque no tan aburrido (jaja); y yo voy rápido como partido de UNAM contra el Real Madrid disputando la copa de campeón del universo y las galaxias existentes. El primer muro han sido los prejuicios de algunos mente-inflexibles pero esos los habrá siempre así que nada de cuidado.

Me tratan bien. Entre semana me llevan a comer a lugares de mariscos y cosas de mar y cervezas (la orden de ostiones vale 10 pesos!!! y yo les digo que ni en Tepito). Y después de unas chelas me preguntan… cómo ves el estress aquí?

He batallado sólo para encontrar dónde soñar cómodamente. Mientras me hospedo en una habitación que tiene vista a los ojos de mi Tulipán y las paredes y el techo están pintadas y adornadas con su rostro -y quizá sólo por eso me gusta- pero no hay ventanas y por lo tanto aire aunque aún no me sofoco.

Sin embargo todo eso me recuerda a esos cuartos que quizá alguna vez conocieron donde notas y fotos recortadas de los periódicos hacían que la casa fuera hemeroteca. Recuerdo imágenes con las que tapizaba la pared y que al paso del tiempo se hacían amarillas pero para mí no perdían significado:

La foto de una mano en el área en una semifinal donde el árbitro no marcó penal a favor de los pumas… la foto de Carlos Abascal entonces secretario del trabajo cuando al hablar de la escasez de fuentes de empleo se señala las sienes diciendo ‘sí hay empleo, échenle imaginación’ (hijo de su putísima madre)… la foto de un emigrante disfrazado de asiento de autobús… la foto-radiografía de un carguero de plátanos donde al fondo, apachurrados y sofocados se escondían 20 sinpapeles… los articuentos de Millás que comenzaba a aprenderme de memoria (Nunca había visto una cabeza clavada en lo alto de una pértiga y me dije que no tenia intención de enfrentarme a ello a estas alturas. Prefiero ignorar dónde está Timor Oriental a aceptar que hay gente de mi especie con esas cualidades quirúrgicas; además todavía no entiendo la silla eléctrica ni la cámara de gas que pertenecen a mi cultura. Quizá sea esconder la cabeza en un agujero pero prefiero eso a mirarme desde lo alto de una pértiga… o algo así…)… En fin… la historia-contexto que entonces eran mi verdadero colchón escritorio y parrilla eléctrica.

Pero no los olvido, peña querida. Y apenas me instale estaremos más inmediatos (ayer comenzaba a charlar con Micky Blu-ays y me quedé sin red!); pero aquí los tengo, que engrapé sus huellas en mis manos, sus corazones cuelgan de clavos en el divertido bar de mis recuerdos y sus sonrisas son mis manecillas.

Pasan las horas-vida y pronto los veré juntos o uno a uno en agujeros de asfalto, estrellas fonky y en música... con o sin letras. Y murmuraremos palabras de aliento, palabras que bailen.

Un abrazo urgente y apretado; ya saben, ya saben que es para ustedes.

.g.

Sunday, February 10, 2008

‘Ya te habías tardado…’

Ya me peleé con un policía…
Pero como en las anteriores, a excepción de aquella en que le dije a la mujer poli que estaba guapa y un cómplice me ayudó a tomarme la foto con ella abrazándola, esta vez tampoco fue mi culpa. Es verdad.

Estaba echado bocarriba en un parque escuchando rolas de los Tinder, ahí tranquilo sin molestar a nadie sin que nadie me molestara, viendo los árboles, pensando en ustedes en mi chica-and-destroy, en qué estarían haciendo todos en ese momento… ya casi estaba por hacer que las leyes de la física se fueran al carajo concentrándome tanto que casi casi estaba por darles un sape a ustedes y por hacer que mi mano cruzara el atlántico y le diera un pellizco a ella, cuando llega un poli. Scratcchhhhh. Ruido de un acetato rayado, rayando mi paz. Adiós hueva adiós arbolillos adiós stuart staples adiós convertirme en el primer hombre que derrota a la física adiós a sus cabezas sin sape adiós a la mano pianista de mi Tulipán…

Los niños no pueden jugar porque estás echado en la banca; retírate.
(Para empezar no había un sólo niño. En segundo, el parque estaba vacío).
No estoy haciendo nada.
Los niños la banca (el poli-maestra de snoopy wara wara).
Pues no estoy haciendo nada.
Retírate, por favor.
Por qué?
(La banca los niños, su dicción de maestra de snoopy)
En ningún lugar dice que está prohibido acostarse en el parque.
Déjalo en paz no está haciendo nada, dicen a lo lejos unos morrillos con quienes compartía el presente y que se deslizaban sobre sus tablas pintadas de hueva dominguera, aunque en llantas de sábado.
Ves?
Pero el uniforme da la vuelta a la banca y se detiene frente a mí, como peli de Sergio Leone, su placa a la altura del corazón reflejaba al sol y me deslumbraba. Yo era un forastero con tabaco en la boca, pero no traía ni pistola ni sombrero.
Por las buenas te digo que te retires.
Por las buenas te digo que no estoy molestando a nadie; trae un cartel donde diga que está prohibido acostarse a descansar y ya no lo hago.
Entonces la gente los papás los niños que de pronto aparecen –de verdad no estaban antes- empiezan a curiosear y se acercan.
Y el poli se acerca más para revisar la pepsi que tomaba.
No puedes tocar mis cosas. Pero si la quieres llévatela ya no tengo sed… la tomo sin gas... Y por qué quieres que me retire? no me puedes obligar si no quiero, sí sabes?
No; no te estoy pidiendo eso, sólo que te sientes bien.
Pues es lo mismo, uno se sienta como quiere.
Y me levanto. Y se acerca más.
Si no te sientas vamos a proceder por alterar el orden.
Pero si el desorden empezó cuando llegaste; y no me puedes proceder nada.
Ya déjalo cabrón, grita un señor de esos con niños, un papá.
Sólo te digo que te sientes bien, las bancas son para sentarse.
Ya? es todo?
Sí.
Adiós entonces.
Y me vuelvo a sentar y dejo al poli hablando solo… que la próxima que no sé qué wara wara wara wara. Adiós adiós...
En otros tiempos, ya subidos en la patrulla les hubiera hecho alguna decente seña obscena. Y se hubieran vuelto a bajar y etc etc maestra snoopy… pero ya me porto bien.
Se me hace que te quiere llevar a su casa, dice un papá de esos con niños, no sé si el mismo de antes.
Y el poli se fue con su novia, esa a la que le dice pareja y que le esperaba en la patrulla; ya no ví si se besaron porque me volví a echar aunque ahora con un ojo en la nuca por si regresaban. No volvieron.
Los Tinder sí los árboles también pero ya no pude concentrarme para desafiar y derrotar esas leyes de la física. Sus cabezas y la mano de mi Tulipán deben esperar a la mía disfrazada de sape y pellizco, respectivamente, un poco más.

Y ya mientras caminaba pensé que… qué pasaría si en realidad esa poli fuera una poli extraterrestre con jurisdicción universal encargada de proteger que no se rompan las leyes de la física? que sólo aparecen cuando uno está a punto de hacerlo y que no sólo me lo han impedido a mí sino a todos cuando por ejemplo han querido tocar los pies de alguien, sienten que están así de lograrlo y de pronto scratcch… uhmmm… existe la poli de la física. Pero alien o no, cuándo me dejarán en paz? No soy yo... cómo hasta echado en el parque, a excepción de la mujer-poli y la foto, son ellos los que llegan. Ven?

Thursday, February 07, 2008

Un lunes domingo...

El sol ganaba por decisión en el ring del lunes. Sudaban 28 grados centígrados. Nos montamos en una pick up que aparentaba más años de los que tenía. Supuestamente nos conocimos cuando yo ni memoria tenía y él, por la infancia que tuvo, ya había vivido hasta tres vidas. La de niño, la de padre al cuidado de sus hermanos. La de pobre.

- Masa. Vendía masa. Me iba hasta Santa Julia, conoces?

Yo había escuchado de Sta. Julia pero nunca conocí. O quizá sí. Estaba cerca de donde vivíamos. Sin embargo asentí porque él hablaba de una distancia y no de un lugar. Y yo también he conocido lugares lejanos.

- Ahí iba con mi carretilla de masa. Cuando en la calle me encontraba a tu abuelo me daba 50 pesos. Mucho dinero!... cómo no me lo encontraba todos los días! jaja. Pero eran tiempos duros y lo aceptaba, con mucha pena, sí. Fuimos seis hermanos. Cuando se compraba la leche mi madre la servía y terminaba diciendo ‘ustedes dos alcanzarán mañana’. Y así nos turnábamos.

La pick up crujía como si existiera alguna relación entre los amortiguadores y las arrugas que se quebraban asomaban o escondían en su rostro. Atrás llevábamos una tonelada de cal para la construcción de la casa de su hijo a las afueras de la ciudad. Él daba un trago a su coca que colocaba en un portavasos diseñado por un agujero en el asiento que dejaba ver resortes. Y encendió otro delicado como introducción a su historia migrante.

- Soy muy confiado. Es eso. Ya llevo 15 años aquí; me vine porque tuve qué vender mi casa para salir de una bronca. Fue por la firma que di para el préstamo a un amigo. Nunca me pagó. El año pasado fue lo mismo. A quince años no aprendo: iba a poner un negocio con otro amigo, un productor de televisión, pedimos un préstamo y él dejó de pagar y desapareció. Todavía lo ando buscando. Ya encontré a su hijo y lo voy a mandar seguir para encontrar al papá. Por eso construimos esta casa. Para salir de la bronca mi hijo vendió la que tenía y me dijo que a cambio yo fuera poco a poco construyéndole la suya. Pero qué cabrones esos cabrones… aunque al final lo que todo esto te deja es que las cosas se reconstruyen. Te caes te levantas, pero no debes parar. Como el box, como tu abuelo. Ah pero a tu abuelo nunca lo noquearon, verdad?

(Sí; sí lo noquearon; cuando murió mi abuela).

Llegamos a la obra donde en menos de un mes el maestro y su chalán llevaban hecha la mitad de la casa. Asomado a las ventanas del segundo piso, aún inexistentes, yo veía el campo y el basurero. Las ratas salían por comida y desde las alturas les lanzaba piedras.

- Acompáñame a dejarla en el negocio de mi hijo. Si dejo aquí la cal se la roban, no está terminado el portón.

Horas más tarde el pollo rostizado a la ranchera tenía cal, pero el pollo sabía a pollo rostizado a la ranchera. Y a dolor. O huevonez. Después de tanto tiempo sin ejercicio ayudar a bajar costales de una tonelada de cal –o de plumas- deja pequeñas puñaladas en los débiles seudo-músculos.

Y ya en su casa, reconstruida también por él, nos surtimos con cervezas de una cantina en cuya barra descansaba un cd de las ardillitas a lado de uno de cánticos cristianos. Es de mi esposa, me dijo disculpándose. Pero no supe a cuál se refería.

Entonces llegó el Mago Gustavo, 28 años.

- Don Memo… me das de comer…?
- Sí…

El Mago Gustavo es el tercero de cinco hermanos. La más pequeña es una niña.

- La niña sí salió bien; ella ya fue de otro padre. Todos los demás están mal. Igualitos.

Don Memo hablaba del retraso que el Mago Gustavo, concentrado éste en su pechuga rostizada a la ranchera, tenía. Él y sus hermanos, menos la niña. Cuento de Quiroga. No había más tortillas para el Mago y le dieron tostadas. Y a lado de él, El Torito se reía. Pero el Torito era un búfalo de 9 años, macizo, macizo.

- No te rías, sí tengo 28 años…-, chillaba El Mago.

Pero discretamente nos reíamos todos no porque en realidad tuviera 11 sino por cómo lo decía y le reclamaba al Búfalo.

- Por qué le dicen Mago Gustavo?
- Así le dicen todos en el barrio. Es porque nunca comen, las criaturitas. Están muy pobres. Y la gente se encaja con ellos. A sus hermanos y a él los hacen trabajar en todos lados y les pagan cien pesos a la semana. Su mamá lava ropa y hace quehacer. Y cuando el Mago desayuna, sea lo que sea, lo hace con un kilo, un kilo de tortillas él solo. En serio. Cuando come es otro kilo. Cuando cena otro. Le dicen así, como el mago que sale en la televisión, porque desaparece tortillas.

Entonces El Mago desaparecía además la sopa de El Búfalo cada que éste se descuidaba. Criaturita.

- Este cabrón. Una vez me acompañó a dejarle los lonches (tortas) a los albañiles. Bajé de la camioneta a comprar una coca, me entretuve cinco minutos con el dueño. Y cuando regresé ya no había lonches, jaja. Pinche Mago.

El Búfalo ser burlaba otra vez y para defender al Mago - yo sí le creía que tenía ya 28- le dije que ya me iba a alcanzar.

- No; ya te rebasé, tu no comiste tostadas…
- No, en la edad. Ya me vas a alcanzar yo tengo uno más que tú…

Pero El Búfalo se burlaba otra vez. Criaturota.

Ya la luna había ganado por KO al sol. Me despedí llevándome algo de cal en la ropa; pero la devolví cuando le di un abrazo. Y quedamos de ir a la arena a la función de box el viernes. Traeré un postre y ropa para El Mago Gustavo y para sus hermanos. Sobre todo traeré el ‘usted’ en la boca, el ‘usted’ que no traje cuando llegué a una tlapalería buscando con renuencia a un antiguo amigo de mi padre y preguntando por un tal Guillermo, antes de que un señor arrugado me respondiera, con una coca en la mano… te conocí cuando eras niño…

Saturday, February 02, 2008

Un Juarroz para ella que está lejos en esa mesa, por favor...

Poesía Vertical II - 51

Tu ausencia es el borde
de una pared que detiene al viento
y fabrica con él dos largos túneles
de cuyo fondo volverán tus ojos.

Tu ausencia me suelta
una piel imposible,
que sólo viviría
en la temperatura que se fue con tus manos.

Y en cambio me ata
esta piel que me aprieta los tobillos
y me desemboca locamente
en el costado fiel del corazón.

Tu ausencia me hace llover encima mío
el espacio que queda entre la lluvia.